Convers rojos ahumados.

Curioso sábado. Hueva. Hospital. Voluta de humo... Allá va carlitos, atravesando toda la ciudad, para llegar al incendio de una maderería en la zona sur de la ciudad. Mucho fuego. Siempre me ha gustado el fuego; es hipnotisante. Como me perdí para llegar al lugar, tuve que pasar por debajo de unos trenes y atravesár las vías para llegar al incendio, pero eso me permitió llegar por la parte de atrás, y sacar tomas que creo que ningún medio tendrá.

Luego me sacaron los de protección civil y el ejército. "Pos pa qué la hace al macho, joven?" "Pos pa qué le hace usted!", le digo, pero de todos modos obedezco. No vaya a tener razon con eso de los riesgos. De todos modos, luego el jefe de Protección Civil sí nos dejó entrar hasta sentir los cachetes calientotes con ese fuego que abarcaba todo el edificio y se levantaba a varios metros. Bonitas tomas; siluetas de bomberos recortadas sobre el bailarín naranja amarillo y rojo. Este tenìa más power que el de los cerillos, pero el de los cerillos es más estético. Tal ves por lo irregular de la construcción.

El jefe de bomberos no nos quiso dar entrevista: "es que ahora voy al otro..." Al otro lado de la ciudad, un pequeño cuartito de químicos tuvo tres explosiones. Allá vamos... Menos llamas, peorsísimo olor.

Luego el zulu con cigarros, y luego, ya solito y agotado, los dogos. Los convers rojos huelen chistoso.