Soy pacifista de 9 mm.

Yo pensé que era pacifista. Siempre me dije que era pacifista. Pero, caballero, disparar una calibre .9 mm es todo el pedo.

Suenan como en las películas, cuando las pones en el suelo, con este tintineo de metal pesado. Era muy nueve milimétrica. Cabía perfecta en mis manos. En ambas, pues se agarra con las dos, y con el dedo fuera del gatillo, no vaya ser el diablo.

Amigo, amigo, amigo. Despacito se jala... PAM! (no, no suena pum. es un pam, pero muy magnificado) Un pequeño golpe se siente en la mano, pero que repercute hasta el corazón. Luego te quedas así parado, en la misma posición.

Antes ya había apuntado por ambas miras de la muy semiautomática. Ahora buscaba el agujero en el cartón. Muchas fuera del blanco. Dos en el mero centro. Sip. Se siente bien.

Caballero, a la muy Smithy Wetson se le pone el cartucho como en las pelis, con un golpecito que hace "chas". La muy nueve milimétrica, la muy semiautomática me fue fiel; ganamos en el ejercicio de "atinarle al mero pedacito de cabeza de secuestrador que se esconde tras un rehén (versión cartón, por supuesto)". Resulta que tengo buena puntería, y yo ni sabía.

Sigo siedo pacifista: no me dejen caer en tentación. ¿Puede una .9 mm hacer las veces de arpón?

NOTA: no se intente en casa. todo esto estuvo supervisado por profesionales de la enseñanza de manejo seguro de armas letales.